28/11/14

Valeria Salmain

“De la gran utopía pedagógica de la modernidad hacia una época de certezas totalizantes” artículo de Valeria Salmain.

Valeria Salmain sostiene que la postulación del fin de la gran utopía pedagógica de la Modernidad no conlleva el fin de la institución escolar, sino el reposicionamiento de algunos dispositivos que la conforman, para defender su posición hace un análisis histórico, para terminar reflexionando sobre la situación actual de la escuela en un escenario  “desutopizado”. Su análisis histórico comienza abordando a Comenius, un pedagogo del siglo XVI.
Salmain considera que la pedagogía de la Modernidad “construye su discurso en términos utópicos y construye mismidad, buscando restituir la esencia genérica del hombre”. Tiene un carácter fuertemente homogeneizante; y que esta homogeneización pedagógica arrasa con las diferencias individuales.
Esta alianza escuela-familia es un dispositivo fundante para la efectiva realización del ideal pansófico, dispositivo que ya está esbozado en la “Didáctica Magna” (obra de Comenius), concepto, que según el criterio de la autora, resulta esencial para la universalización de la educación escolar.

El método de enseñanza, para alcanzar el ideal pansófico, es la instrucción simultánea. Según este método se concibe al grupo de alumnos como si fueran uno y a cada uno como si fuera igual a todos. Nuevamente se hace evidente la homogeneización de la actividad escolar. Hay una homogeneización de los contenidos de aprendizaje, un curriculum unificado, un libro de texto también único. Asimismo, todos los contenidos a transmitir deberían estar secuenciados para no contradecir el principio de la gradualidad, dispositivo que permitiría estipular en qué orden serían transmitidos los saberes y agruparía a los alumnos según la profundidad de los conocimientos alcanzados.

De todas maneras, la gran utopía sigue vigente a partir de la presencia del Estado quien se posiciona como garante del ideal pansófico. El Estado financia y legitima entonces la utopía pedagógica, y con ello los dispositivos que conforman la escuela moderna. Va a legitimar la alianza escuela familia, que como se dijo anteriormente permitirá la universalización de la educación, pero a diferencia de Comenius, esta alianza no sólo se basará en una elección de los padres que ceden su lugar a la escuela, sino que hay un Estado que
se impone a través de leyes de obligatoriedad escolar.

La autora sostiene que la promesa pansófica no se cumplió, no logró enseñar todo a todos, la escuela no generó justicia e igualdad. El consenso en la Modernidad sobre la necesidad de pedagogías homogeneizantes como la vía hacia la igualdad comenzó a resquebrajarse, la pretensión igualadora también había dado las armas para excluir o derribar todo aquello que sus parámetros ubicaban por fuera de la igualación y se hicieron visible las marcas autoritarias de esta forma escolar (Narodowski, 1999).

Salmain considera que se derrumbó la gran utopía pedagógica, y se impone hoy el ocaso de la escuela moderna, homogeneizadora, donde existía un solo modelo posible y válido de ser humano; hoy se habla de un escenario desutopizado en el sentido de incertezas totalizantes; la autora considera que existe una crisis de las utopías sociopolíticas de carácter totalizador, ya que no es posible pensar en un único camino para todos y que eso sea garantía de igualdad de oportunidades, de igualdad de acceso al conocimiento. Y tampoco se piensa a la educación como un acto liberador que restituye la esencia perdida.

Para finalizar, en relación al lugar del docente, como lugar del saber, que en la modernidad era un derecho adscripto a su rol, Salmain considera que debe ser revalidado continuamente en función de los logros que consigue. En relación al método de enseñanza, la instrucción simultánea en la que uno es considerado igual que todos y todos como si fueran uno, y donde todos hacen lo mismo al mismo tiempo es cuestionado, ya que no es posible uniformizar los tiempos escolares, paralelamente que reconocer la diferencia de
tiempos y de expectativas. Cada docente elegirá entonces el método que más le conviene para la actividad educadora. Las utopías didácticas serán ahora a la “carta”. (Narodowski, 1876).


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