“El significado
de educar en un mundo sin referencias” (2006) Texto de la clase que
dictó Philippe Meirieu en el Palacio
Pizzurno (Ministerio de Educación de la Nación).
De acuerdo al texto de Meirieu, la actual crisis educativa
se vincula con el surgimiento de la
democracia. El autor sostiene que nunca
hay crisis de la educación en sociedades totalitarias; la crisis es el reverso
del vacío que instalamos en el corazón mismo de la sociedad. “La democracia
afirma que el lugar del poder está intrínsecamente vacío, nadie en sí está
habilitado a ocupar ese lugar de poder, ni el intelectual, ni el hombre de
dios, ni el hombre providencial: el lugar del poder está vacío y debe seguir
así, solo puede ser ocupado provisoriamente por hombres que acepten ser los mandantes
de aquellos que les confían provisoriamente el poder; entonces tenemos que
alegrarnos de la crisis de la educación”.
Para Meirieu, la crisis de la educación es el precio que
pagan las democracias por la incertidumbres que asumen, por lo tanto, para este
autor nadie detenta la verdad educativa, ni nadie puede imponer la manera en
que se debe educar.
La crisis de la educación
está relacionada con algunos fenómenos sociológicos, en particular a la
ruptura generacional (o la brecha cultural que existe entre las generaciones).
La irrupción de las nuevas tecnologías implica que docentes y autoridades del
sistema educativo tienen que asumir problemáticas nuevas, que no tienen
antecedentes en la institución escolar.
Para el autor, las tecnologías de la información y la
comunicación sumadas al fenómeno cultural
de un medio ambiente mediático y comercial exacerban el infantilismo en
la sociedad. Los medios reducen al individuo a la condición de consumidor, que
es aquel que está en estado de regresión infantil. Según Meirieu el motor de la
economía y la sociedad es el capricho, una pulsión de compra. El educador debe
liberar al sujeto de la educación de ese infantilismo.
Meirieu detecta contradicciones entre los hábitos de
consumo familiar y la tarea docente. “La exacerbación del consumo, que proponen
los medios, dificulta las prácticas educativas”. La consecuencia pedagógicas
del modelo consumista se verifican en las clases mismas: en los países
desarrollados los chicos llegan a la escuela con un control remoto insertado en
la cabeza y lamentan profundamente no poder hacer zapping en clase”.
El autor introduce el concepto “Caja de Peleas” y lo
explica de la siguiente manera: “Cuando el pedagogo inventa esta caja de peleas
inventa, a la vez, la educación y la democracia; y sobre todo muestra que el
desarrollo psicológico y ciudadano es el mismo. Hay una perfecta simetría entre
acceder al estado adulto y acceder al estado ciudadano. La modernidad descubre
esto: el ciudadano es aquel que renuncia a lo infantil, el que sabe tomarse el
tiempo de examinar las consecuencias de sus actos, que no está en la
inmediatez, sino en el tiempo de la reflexión y por esto digo que toda
educación es para el aplazamiento, no para la frustración”.
Para Meirieu la educación y la democracia se inscriben en
el mismo movimiento: es el momento de la renuncia al narcisismo. Educar a un
niño es ayudarlo a renunciar a su narcisismo. Y educarnos como pueblo democrático es para renunciar a nuestros
intereses individuales, para reflexionar acerca de lo que podría ser el bien
común y el interés colectivo. De acuerdo a este razonamiento, la educación
tiene que ver con lo político es hacer nacer la sociedad, que no es una
comunidad. Una democracia que acepta la diversidad y la pluralidad para que la
gente no se enfrente, Segpun este autor la gente tiene que aprender primero a
encontrarse. Cuando aceptamos la diversidad, el encuentro y la creación de su
posibilidad, estamos ante la presencia
del fundamento mismo de la socialidad y
solo hay socialidad en torno de la mesa redonda.
Phillipe Meirieu le pide a los niños que renuncien a ser el
centro del mundo y al mismo tiempo le pide que como ciudadano se inscriba en un
colectivo que renuncia a que su comunidad le imponga la ley a lo colectivo (por
ese motivo, el autor considera importante el aprendizaje de saberes). El
aprendizaje es una condición para ejercer
la ciudadanía. El aprendizaje de la alteridad es la renuncia a estar en el
centro.
Meirieu considera que estamos en los inicios de la
invención de algo que es la posibilidad de un mundo fundado en la cooperación,
en la solidaridad y en la confrontación
de ideas.
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