28/11/14

Philippe Meirieu

“El significado de educar en un mundo sin referencias” (2006) Texto de la clase que dictó  Philippe Meirieu en el Palacio Pizzurno (Ministerio de Educación de la Nación). 

De acuerdo al texto de Meirieu, la actual crisis educativa se vincula con  el surgimiento de la democracia.  El autor sostiene que nunca hay crisis de la educación en sociedades totalitarias; la crisis es el reverso del vacío que instalamos en el corazón mismo de la sociedad. “La democracia afirma que el lugar del poder está intrínsecamente vacío, nadie en sí está habilitado a ocupar ese lugar de poder, ni el intelectual, ni el hombre de dios, ni el hombre providencial: el lugar del poder está vacío y debe seguir así, solo puede ser ocupado provisoriamente por hombres que acepten ser los mandantes de aquellos que les confían provisoriamente el poder; entonces tenemos que alegrarnos de la crisis de la educación”.
Para Meirieu, la crisis de la educación es el precio que pagan las democracias por la incertidumbres que asumen, por lo tanto, para este autor nadie detenta la verdad educativa, ni nadie puede imponer la manera en que se debe educar.

La crisis de la educación  está relacionada con algunos fenómenos sociológicos, en particular a la ruptura generacional (o la brecha cultural que existe entre las generaciones). La irrupción de las nuevas tecnologías implica que docentes y autoridades del sistema educativo tienen que asumir problemáticas nuevas, que no tienen antecedentes en la institución escolar.
Para el autor, las tecnologías de la información y la comunicación sumadas al fenómeno cultural  de un medio ambiente mediático y comercial exacerban el infantilismo en la sociedad. Los medios reducen al individuo a la condición de consumidor, que es aquel que está en estado de regresión infantil. Según Meirieu el motor de la economía y la sociedad es el capricho, una pulsión de compra. El educador debe liberar al sujeto de la educación de ese infantilismo.

Meirieu detecta contradicciones entre los hábitos de consumo familiar y la tarea docente. “La exacerbación del consumo, que proponen los medios, dificulta las prácticas educativas”. La consecuencia pedagógicas del modelo consumista se verifican en las clases mismas: en los países desarrollados los chicos llegan a la escuela con un control remoto insertado en la cabeza y lamentan profundamente no poder hacer zapping en clase”.

El autor introduce el concepto “Caja de Peleas” y lo explica de la siguiente manera: “Cuando el pedagogo inventa esta caja de peleas inventa, a la vez, la educación y la democracia; y sobre todo muestra que el desarrollo psicológico y ciudadano es el mismo. Hay una perfecta simetría entre acceder al estado adulto y acceder al estado ciudadano. La modernidad descubre esto: el ciudadano es aquel que renuncia a lo infantil, el que sabe tomarse el tiempo de examinar las consecuencias de sus actos, que no está en la inmediatez, sino en el tiempo de la reflexión y por esto digo que toda educación es para el aplazamiento, no para la frustración”.

Para Meirieu la educación y la democracia se inscriben en el mismo movimiento: es el momento de la renuncia al narcisismo. Educar a un niño es ayudarlo a renunciar a su narcisismo. Y educarnos como pueblo democrático es para renunciar a nuestros intereses individuales, para reflexionar acerca de lo que podría ser el bien común y el interés colectivo. De acuerdo a este razonamiento, la educación tiene que ver con lo político es hacer nacer la sociedad, que no es una comunidad. Una democracia que acepta la diversidad y la pluralidad para que la gente no se enfrente, Segpun este autor la gente tiene que aprender primero a encontrarse. Cuando aceptamos la diversidad, el encuentro y la creación de su posibilidad, estamos  ante la presencia del fundamento mismo de la socialidad y  solo hay socialidad en torno de la mesa redonda.

Phillipe Meirieu le pide a los niños que renuncien a ser el centro del mundo y al mismo tiempo le pide que como ciudadano se inscriba en un colectivo que renuncia a que su comunidad le imponga la ley a lo colectivo (por ese motivo, el autor considera importante el aprendizaje de saberes). El aprendizaje es una  condición para ejercer la ciudadanía. El aprendizaje de la alteridad es la renuncia a estar en el centro.


Meirieu considera que estamos en los inicios de la invención de algo que es la posibilidad de un mundo fundado en la cooperación, en la solidaridad y  en la confrontación de ideas.

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