1. Pedagogía
Tradicional
Comienzan a
manifestarse las primeras ideas pedagógicas con la diferenciación social entre
esclavista y esclavo (esa división plantea la necesidad de separar la formación
intelectual del entrenamiento físico). La transmisión de conocimientos es un
privilegio de clases sociales dominantes. Más adelante el pensamiento pedagógico
se desarrolla en civilizaciones esclavistas como Grecia y Roma con figuras como
Sócrates, Platón, Aristóteles, Demócrito y Quintiliano, cuyas disertaciones
contienen ideas sobre la enseñanza y la educación que tienen vigencia en la
actualidad.
La pedagogía
tradicional se convierte en un cuerpo teórico en el período renacentista,
cuando la humanidad logra un desarrollo científico en estrecha relación el
desarrollo social de la burguesía como nueva clase social y progresista. La
burguesía valora la importancia de los avances de la ciencia y la tecnología
para los objetivos de sus sistema social. Entre los primeros pedagogos que
influyeron en el desarrollo de una disciplina independiente, podemos nombrar a
Juan Amos Comenius y a Ignacio de Loyola.
Comenius estableció los
fundamentos de la enseñanza general, pensó la educación como un sistema y
fundamentó la estructuración del proceso docente en la escuela, revelando
principios del proceso de enseñanza y su periodización. Loyola es un referente
jesuítico cuyas ideas hacen explícito el uso del poder escolar como una forma
de control y dominación, que se expresa en la necesidad de implementar un
sistema disciplinario rígido inalterable.
La pedagogía
tradicional comienza a gestarse en América Latina y Europa en el siglo XVIII,
en coincidencia con el surgimiento de la escuela pública y como consecuencia
del éxito de las revoluciones republicanas de los siglos XVIII y XIX, basadas
en la doctrina política y social del liberalismo. El paradigma que sustenta
ésta tendencia pedagógica establece que la escuela es el medio de la
transformación ideológica y cultural cuyo propósito es formar a los jóvenes,
enseñarles los valores, y la ética prevalecientes, así como educarlos en las
conductas de la comunidad (la escuela prepara intelectual y moralmente a los
alumnos a asumir su posición en la sociedad y que éstos respondan a los
intereses de la misma). Esta tendencia pedagógica concibe al maestro como el
centro del proceso de enseñanza; es el agente esencial de la educación y la
enseñanza porque juega el rol de transmisor de información y sujeto del proceso
de enseñanza. La relación docente alumno está basada en el predominio de la
autoridad del docente, quien exige una actitud receptiva y pasiva al alumno (la
obediencia de los alumnos es el principal objetivo a lograr, de acuerdo a esta
tendencia).
La estudiosa cubana
Verónica Canfux considera que la pedagogía tradicional se mantiene en la
actualidad de forma bastante generalizada, aunque paralelamente con ella, se
han desarrollado otras pedagogías desde finales del siglo XIX y durante el
siglo XX, que han puesto en práctica experiencias novedosas y de alguna manera exitosas,
que establecen criterios de carácter científico en el proceso de enseñanza
aprendizaje. Esta pedagogía tradicional influye en el aprendizaje de los
alumnos desde sus presupuestos, receptivos y mecánicos; la retención del
material se garantiza por la repetición de ejercicios sistemáticos y la
recapitulación (elementos que caracterizan a la enseñanza tradicional).
2. Escuela
Nueva.
Con el término Escuela
Nueva o Activa se denomina a aquellos intentos más prácticos que teóricos, que
se inician a fines del siglo XIX y que alcanzan su desarrollo en las primeras
décadas del siglo XX, orientados a una crítica de la escuela tradicional y
autoritaria, predominante en esta época, que se caracterizaba por un tipo de
enseñanza enciclopedista. Se inicia,
casi simultáneamente, en EEUU; Inglaterra, Francia, Suiza, Italia, Bélgica y Alemania
entre otros países capitalistas occidentales. Este movimiento educativo reflejó
los profundos cambios y transformaciones socio-económicas que ocurrieron en ese
período. La experiencia de los siglos XVIII y XIX posibilitó, como un
requerimiento de la gran industria, de ampliar el nivel de calificación de un
número mayor de ciudadanos, en relación a siglos anteriores y las contradicciones del precario sistema
capitalista de los albores del siglo XX, exigían cambios en la institución
escolar.
Las corrientes positivistas, empiristas y pragmatistas, hegemónicas en
éste período, resaltaron el estudio de los hechos, el papel de la experiencia y
se asumió como criterio de verdad el concepto de utilidad; junto a una visión
más humanista, reflejo de movimientos políticos y sociales que tuvieron lugar
desde el siglo XVIII, constituyeron las bases ideológicas que sustentaron esta
tendencia pedagógica.
Para el estudioso John
Dewey la educación es un proceso social a través de la cual la sociedad
transmite sus ideales, poderes y capacidades, con el fin de asegurar su propia
existencia y desarrollo; en la escuela, como institución social, se deben
concentrar los medios que contribuyan a que el niño aproveche los recursos que
trae al nacer así como para que utilice sus capacidades con fines sociales.
Dewey acentúa el papel social de la escuela, la cual debe formar al joven para
vivir dentro de su medio social. Debe tener un sentido democrático, propiciando
la colaboración y la solidaridad, por ello, la escuela debe ser una pequeña
comunidad. La tarea del maestro debe ser proporcionar el medio “que estimule”
la respuesta necesaria y dirija el aprendizaje.
Esta tendencia es considerada
una pedagogía funcional porque se
plantea desarrollar los procesos
mentales teniendo en cuenta la significación biológica, su misión vital, su
utilidad para la acción presente y futura, porque considera los procesos
actividades y actividades psíquicas como instrumentos destinados a proveer el
mantenimiento de la vida. Los autores que referencian esta tendencia pedagógica
se destacan, además de John Dewey, M. Montesori, un médico italiano que trabajó
con niños anormales y deficientes mentales, interesándose en medios que les
permitan a los niños menos dotados intelectualmente, su recuperación e
inserción social y O. Decroly, un médico
belga que fundó un instituto de enseñanza especial y elaboró un método
educativo para niños anormales que posteriormente perfeccionó con niños sin
problemas. Esta tendencia pedagógica estructura el contenido de la enseñanza en bloques en
correspondencia con las necesidades infantiles que considera básicas.
De las propuestas de
este modelo deviene una de las formas clásicas de universalización del
curriculum, la organización de los “Centros de Interés”, donde las materias se
entrelazan alrededor de una idea central, formando un todo homogéneo,
indivisible. Se trata de ésta forma de eliminar la presentación fraccionada de
los conocimientos, típica de la enseñanza tradicional, por un enfrentamiento
con la realidad globalizada, integrada.
3. Pedagogía
Tecnicista o Instrumentalista.
Los autores que
escriben sobre esta tendencia pedagógica señalan la existencia de un tiempo
tecnológico, en el tiempo de la información; el tiempo del “ahora” del sujeto
individual y productivo. Es el tiempo de a imagen y de la debilidad de los
ideales colectivos, el tiempo del mercado y de la supuesta “libertad de expresión”.
Este modelo es el que está más generalizado en la actualidad.
El instrumentalismo se
desarrolla en un contexto marcado por el proceso de transformación del
conocimiento producto de la informatización, que afecta su naturaleza tanto de
modo cuantitativo como cualitativo. Este contexto socio-tecnológico se
caracteriza por el dominio de la tecnología como elemento diseñador de las
nuevas relaciones económicas, laborales y familiares. Se refiere a un tipo de
saber que hoy es entendido como mercancía informacional., saber de proveedores
y usuarios, de modo tal que su finalidad está ligada a la rentabilidad; se
produce para ser vendido. Los sujetos sociales desarrollan estrategias de supervivencia
en el contexto de un mercado cada vez más selectivo, y del dominio de las
formas empresariales de organización. Esta nueva “realidad” modifica el ethos
de los actores culturales que comienzan a regirse, progresivamente, por
valoraciones de eficiencia y criterios de rendimiento.
Desde la perspectiva
instrumentalista, la indagación que cobra validez es la indagación gobernada
por la regla. El sujeto competente se concibe como aquel que sigue un conjunto
de reglas para diseñar su acción. La racionalidad técnica descansa sobre una
concepción objetivista de la relación del sujeto con la realidad. Desde éste
punto de vista, los hechos son lo que son y la verdad de las creencias se
comprueban mediante la referencia a éstos. La cultura tecnológica considera un
“analfabeto” a aquel que no sepa ir a buscar información que requiera en un
momento particular para resolver una situación concreta, el que no sepa dominar
los lenguajes tecnológicos, el que no disponga de estrategias organizativas
para hacer un uso eficiente del tiempo de trabajo. Un analfabeto, será
entonces, el que no se haya apropiado de códigos de integración social que
define la época.
El modelo psicológico
del conductismo ejerce su influencia sobre esta tendencia. El conductismo, según su fundador, John
Watson , es una escuela natural que se atribuye todo el campo de las
adaptaciones humanas. Otro reconocido autor de esta corriente J. R. Kantor (activo entre 1963 y 1990) lo define como: una
renuncia a las doctrinas del alma, la mente y la consciencia, para ocuparse del estudio de los organismos
en interacción con sus ambientes.
Muchos autores cuestiona
al instrumentalismo por su desprecio por los saberes históricos y sociales,
conocimientos que pierden centralidad dado que para esta tendencia no resulta
imprescindible revisar el presente a la luz de la historia. La idea de
procesamiento de la información por encima de la construcción de los
significados se inscribe en un contexto marcado por la idealización del
presente. En la cultura del inmediatismo y el consumo, la reflexión como
proceso de articulación de presente, pasado y futuro no proporciona
beneficios.
4. Teoría
Crítica.
La teoría crítica de la
sociedad surge de la escuela de Frankfurt (1923) y es una escuela filosófica y
social de inspiración marxista que se formó a partir de la conformación del
Instituto de Investigación Social de la Universidad de Frankfurt del Main. La
filosofía con que se inició el Instituto fue eminentemente investigativa,
basada en la crítica a la sociología y a la psicología contemporánea, dominada
por Weber y Freud respectivamente.
La teoría crítica tuvo una gran influencia
sobre las ciencias sociales después que sus miembros emigraran por la guerra.
Hacia 1946, con la finalización de la guerra, el Instituto de Investigación
Social recibe invitación de la Universidad y de la ciudad de Frankfurt para que
regresara. Al aceptar la invitación, las actividades del Instituto se reinician
en 1950 bajo la administración de Max Horkheimer. Los jóvenes intelectuales que menciona el
texto de Arismendi son J. Habermas, A. Schmidt, A. Wellmer, O. Negt, H.
Schandelbach, H. Joas y A. Honnet. En 1970 Habermas plantea que la lucha por la
realización histórica de los principios de la razón mirados en el idealismo
alemán y de la ilustración y su posterior identificación con el materialismo
histórico, son los fundamentos de la teoría crítica; razón por la cual, tuvo
como tarea esencial, asumir la crítica de la sociedad, como una realidad enmarcada
en unas condiciones de complejidad, y en donde también tuvo que abstraer
fundamentos prioritarios de la objetivación de la razón.
Además hace un
reconocimiento del valor de la ciecia y la tecnología como mecanismos muy
fuertes de generar bienestar. Las directrices recibidas no son para garantizar
el proyecto de vida humana, sino por lo contrario, pues, éste está manejado y
formado para la desintegración del carácter intersubjetivo y social del hombre
y la mujer, de tal manera, la crítica a la sociedad debe estar dirigida a
orientar el desarrollo emancipatorio del hombre, que se revierta en su
formación integral.
La Teoría Crítica realiza
críticas a la sociedad, con ideales y tendencias emancipatorias:
1.Critica la manera
como las sociedades postliberales se han venido integrando. Lo que ha generado
el favorecimiento de la dominación, 2. Critica los comportamientos
absolutistas, debido a que tienen incidencias directas sobre el desarrollo
libre y globalizado de la sociedad, 3. Critica los medios masivos de
comunicación, por su obediencia a la manipulación de los intereses
particulares, 4. Critica la característica reduccionista que el positivismo le ha introducido a las
ciencias, 5. Produce y desarrolla una teoría del arte que orienta los cambios
por donde debe abordarse la ilustración.
La teoría crítica se
acerca más a los submundos de tensiones del mundo de la vida (mundo vital),
para resolver ciertos intereses que sirven como facilitadores del conocimiento
que a cazar la dicotomía histórica de la positivización de las ciencias. La
teoría crítica, en su esencia conceptual, ha tenido la posibilidad de acentuar,
criticar y someter a juicio ciertos conceptos que de una u otra forma
necesitaban el análisis desde la mirada de dicha teoría, observando la utilidad
que tales conceptos pudiesen revertir a la ciencia de la educación. Ahora bien,
la teoría crítica en su dimensión histórica y social, sostiene que la
emancipación de la razón no reposa únicamente sobre el individuo, sino que
deben tenerse en cuenta las condiciones de la sociedad, mediante la cual puede
se puede conseguir a través de la lucha política. I. Kant, de acuerdo a C. Wulf
(1985), plantea dos aspectos; uno “sistémico” y otro “histórico”. Arismendi
considera que son tres los aspectos y agrega el “social-humanístico”, aspecto
que fundamenta la emancipación del hombre y la mujer y no como lo reporta C.
Wulf (1985), cuando dice que la autonomía del hombre es producto del carácter
ilustrador de la emancipación.
De acuerdo a C Kamii
(1981), el desarrollo de la autonomía significa llegar a ser capaz de pensar
por sí mismo con sentido crítico, teniendo en cuenta muchos puntos de vista,
tanto en el ámbito moral como en el intelectual; autonomía significa gobernarse
a sí mismo; de acuerdo a la cita de Kant y
al aspecto que aporta Arismendi, la autonomía solo es posible si se mantiene
el espíritu crítico-reflexivo de la sociedad. También se refiere a la
emancipación, donde plantea Carlos Marx que
es necesario pasar por la supresión de la propiedad privada, que es la
responsable del mantenimiento de la dominación del hombre sobre el hombre,
contribuyendo a la reificación, que conduce al ser humano a hacerlo humano y
universal. En relación a lo anterior, no sólo la emancipación está en la
dinámica de la defensa del hombre contra la reificación, sino que va mas allá,
mirada como el resultado de la producción de bienes y del intercambio de
bienes, enfatizando su funcionalidad en el orden social de la sociedad
burguesa. El concepto crítica lo
introduce M. Horkheimer (1973) en la obra “Teoría crítica”, que manifiesta: “el
carácter dual de toda sociedad en su configuración actual, evoluciona, gracias
a los sujetos que se comportan, críticamente hacia una contradicción consciente”.
La esencialidad de la crítica es la crítica social.
La teoría crítica de la
educación parte del supuesto de que las teorías científicas no pueden comprenderse
por sí mismas, debido a que no pueden generar a su interior un análisis
crítico-reflexivo de que la educación pueda avanzar socialmente. En relación
con esto, los llamados a vencer este paradigma son los docentes, pero se dan
algunos obstáculos como la poca explotación que hacen de su práctica
pedagógica, debido a que no la enfrentan críticamente, sino que su quehacer docente
cotidiano se convierte en una actividad rutinaria, sin escudriñar toda la
actividad que emerge de la dinámica de las instituciones educativas, lo cual
debe funcionar en una interdependencia con la comunidad (el autor menciona la
triangulación escuela-familia-comunidad para poder educar y formar con
calidad).
Esta dinámica, que se produce en la sociedad, y que puede estar
orientada por la práctica pedagógica, está amparada por criterios funcionales y
esenciales en el seno de la teoría crítica de la educación, como son: a) La
teoría crítica evalúa con carácter crítico la condición histórica-social de la
educación, b) La teoría crítica de la educación debe influenciar positivamente
la práctica pedagógica de los docentes, c) La teoría crítica de la educación
debe utilizar la crítica pedagógica para poner en evidencia las condiciones
socio-educativas y culturales, d) La teoría crítica de la educación puede
develar verdades e ideologías falsas que desencadenen en discursos persuasivos
para distorsionar la realidad social).
La importancia de la teoría crítica de
la educación no está supeditada a la crítica ideológica de la educación, sino
que respalda diversas posibilidades de cambio y acción en el campo educativo. Para
Lempert (1971), también citado por C. Wulf (1985) n , “el interés de un
conocimiento que permita la emancipación en el armazón de la ciencia de la
educación”. Esta apreciación según J. Dewey (1977), manifiesta claramente el
poder emancipador que debe tener la educación por liberar a la sociedad del
anquilosamiento en que se halla metida. En una teoría crítica de la formación,
donde se involucre la política pedagógica como alternativa fluyente para
enfrentar la sociedad y poder entender la dinámica contextual en la relación
escuela, familia, comunidad. Desde la concepción de Arismendi, la pedagogía es
el lugar donde se hace la crítica a la educación. La práctica pedagógica es una
acción centrada en el diálogo, donde se busca participarles a las nuevas
generaciones el saber con el cual las anteriores han podido transformar el
entorno, para adecuarlo a las necesidades de su reproducción natural y social.
Cada generación tiene sus representaciones sociales y sus propios imaginarios
colectivos.
El pedagogo brasilero
Demerval Saviani identifica tres Teorías Crítico Reproductivas; a la primera la
denomina Teoría del Sistema de Enseñanza como Violencia Simbólica (Bourdieu,
Passeron), a la segunda Teoría de la escuela como Aparato Ideológico del Estado
(Althousser) y a la tercera Teoría de la Escuela dualista (Baudelot,
Establet).
Bibliografía sugerida por la Cátedra: “Fundamentos de la didáctica” (Pansza, Pérez, Moraño,
Ed. Gernika, México, 2005).
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